Un perro andaluz
**Spoilers**
Quizás no es del interés de muchas personas, pero uno de mis objetivos al escribir es hacer descubrir a los lectores el increíble mundo cinematográfico que existe antes de los grandes blockbusters estadounidenses, el cual puede considerarse como aburrido y hasta ridículo al lado de las grandes producciones de Hollywood.
Si bien es cierto que cualquier género cinematográfico trae consigo una carga social enorme, los clásicos del cine son una obra fiel de las sociedades de aquel momento, donde se formaron y se moldearon ideas las cuales nos han llevado a ser la sociedad que somos, para bien o para mal.
Un film que considero clave a la hora de echar un vistazo justamente a algunos pilares sociales es Un perro andaluz; película que representa por excelencia el surrealismo español de Luis Buñuel en colaboración con el pintor y escultor también surrealista Salvador Dalí. Fue la primera película de Buñuel, realizada en 1929, donde la mierda, la sangre y la putrefacción son los elementos claves para evocar justamente en imágenes surrealistas, la decepción, el desagrado y la repulsión hacia aquella sociedad.
Es una magnífica recopilación de imágenes que más allá de absurdas se pueden interpretar como una fuerte crítica a la sociedad de aquel momento, donde las mujeres cumplían un rol secundario, la religión dictaminaba todo estilo de vida, la Gran Depresión acababa con la economía y la muerte parecía la única salida entre tanto caos. En palabras del propio Dalí con respecto a las imágenes: “No dice ni quiere decir nada, es una simple constatación de hechos que en vez de ser unos hechos convencionales, fabricados, arbitrarios y gratuitos, son hechos reales o parecidos a los reales y por tanto enigmáticos, incoherentes, irracionales, absurdos, desligados y sin explicación”.
Pese a que tanto Buñuel como Dalí dejaron bien clara su intención de excluir del proceso de creación del guión “cualquier idea o imagen que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica y cultural”, cabe preguntarnos si tal pretensión se amolda a nuestra naturaleza, pues resulta sorprendente la diversidad de lecturas que del mismo se han realizado.
La película nació de sueños de sus realizadores. Dalí soñó que un puñal de hormigas pululaba de su mano y Buñuel que cortaba el ojo de su madre, y justamente esta es la única escena en la que aparece Buñuel como actor. Es una escena que hace entrar en un estado de shock al espectador, lo lleva luego a que el público no espere nada. O mejor dicho, que lo espere todo.
Un cortometraje que durante 17 minutos no relata nada. Repleto de imágenes absurdas y una música encantadora, cada escena puede ser interpretada según como lo decida individualmente cada e espectador. Por ejemplo, la primera escena, cuando el ojo de la madre de Buñuel es cortado, para mí, es una representación clara de la deconstrucción de la mirada clásica de la sociedad de aquel momento.
En 1929 la Gran Depresión era lo que lo que apuntaba las líneas directrices del estilo de vida de cada país y ese ojo seccionado por la navaja puede significar la pérdida de la visión de aquella sociedad en la que vivíamos de manera distinta, justamente de esa visión de sociedad que para esa fecha, debido a los problemas socio-económicos, se había perdido y que no volvería a hacer igual nunca más.
El hecho de que sea un ojo, me da a pensar que es como el túnel que desemboca en el inconsciente, que con sólo cerrarlo puedes escapar de la realidad, y cortándolo pues, es acabar con todo eso que está frente a nosotros que es inevitable. Es necesario hacer ese corte preciso no para reducir esa mirada a la nada sino para mostrar cómo se ha abatido en medio de tanto caos.
La yuxtaposición de esa imagen conjuntamente con la imagen de una luna y una nube que se asemeja a un corte, me parece que es simplemente un ‘abreboca’ de lo que sucederá en los próximos segundos. La nube no puede cortar la luna, pero la divide por un segundo, y eso puede interpretarse también. ¿Qué puede significar esa división a un nivel más profundo? No solamente para demostrar de manera menos repugnante lo que está por venir.
De igual manera pienso que existen referentes artísticos bastantes claros, pero repito, esto es muy personal. Por ejemplo, la última escena podría ser una evocación al cuadro de Goya “Duelo a garrotazos”, cuando se ven los cuerpos a medio enterrar en la arena. Lo que no me sorprendería, ya que Buñuel hace referencia a algunas obras en sus otros filmes, como por ejemplo en Viridiana (1961), donde hace alusión a la “Última cena” de DaVinci. Una escena hermosa.
Pero lo cierto es, que a pesar de que intentemos buscar un significado más profundo del lado de la historia, del psicoanálisis, de la publicidad, analizado en Barthes o en cualquier otro autor, éste siempre va a ser subjetivo. Incluso si nos basamos en parámetros estrictos y concretos, es justamente el ojo el que decide mirar como mejor le plazca, dependiendo de sus ideas, de sus valores, de sus creencias y de su contexto.
Es un cortometraje hermosamente filmado de la mano de uno de los más grandes del cine español. Son sólo 17 minutos que te trasladarán a horas interminables de sueños y de imaginación.
Así que todo aquello que conforma a Un perro andaluz no es más que un sueño. El cine no es más que un sueño.
Es “un sueño itinerante capaz de ofrecer nuevas posibilidades”. (Salvador Dalí)