Napoléon

Napoleon - Neon Films

© Fotograma obtenido de la película «Napoléon»

Desde siempre ha existido una fascinación con el personaje de Napoléon Bonaparte, por obvias razones, y han existido muchas películas donde el personaje se ve representado directa o indirectamente, incluso Stanley Kubrick quiso hacer una película sobre Napoleón y debido a su espíritu perfeccionista, el presupuesto explotó, y la MGM se negó a hacerla.

En esta co-producción de Apple Studios, el director es Ridley Scott, quien es uno de los directores más versátiles de su generación. Puede hacerlo todo, desde la ciencia ficción con Alien (1979), pasando por el drama con destellos de comedia con Thema & Louise (1991), el thriller policial, Hannibal (2001), y otras innumerables películas aclamadas de distintos géneros, pero, en esta película en particular, me parece que su forma es más interesante que su fondo.

La película abarca desde la Revolución Francesa hasta la muerte de Bonaparte (Joaquin Phoenix) en el exilio. Pasando por todas sus guerras, y centrándose en su historia de amor con Josephine (Vanessa Kirby), columna vertebral del filme.

Napoleon - Neon Films

© Fotograma obtenido de la película «Napoléon»

Esta mezcla de Napoleón el Grande en el campo de batalla y Napoleón el ser humano, enamorado irremediablemente de Josephine, bellísimamente interpretada por Kirby, es muy interesante. Se muestra su parte más íntima y cómo esta relación lo moldea para combatir. Para ganar y para perder.

Estéticamente la película es preciosa, como todas las películas de este director. Es un despliegue de guerras visualmente impresionantes. Es un display de imágenes hermosas, un collage sublime de momentos históricos, pero queremos conocer más a Napoleón. Es decir, más de lo que se nos cuenta en las clases de historia. El personaje queda a medio desnudar. Faltó más profundidad, faltan más capas por pelar. El guion, a mi parecer, pudo profundizar mucho más en el ADN del personaje, además de lo que ya conocemos:  Qué es lo que lo lleva a enfrentar guerra tras guerra. ¿Es cuestión de ego, de inseguridades, de real convicción, de amor a Francia? Pueden ser todas y puede ser ninguna. El personaje de Napoleón amerita más fondo, no los trazos que se nos deja ver en esta película.

Joaquin Phoenix no es, y probablemente, no será nunca de mis actores predilectos, sin embargo, soy incapaz de quitarle mérito a sus interpretaciones y mucho menos a esta, específicamente en una de las primeras escenas donde se nos muestra por única vez el lado más humano de Napoleón, muerto de miedo antes de atacar. Para mí, ésta es la mejor escena de la película porque le otorga sentido al nombre de la obra: Napoleón. Es un personaje en construcción, no es aún Bonaparte, es solo un hombre que sueña con ser grande.

Napoleon - Neon Films

© Fotograma obtenido de la película «Napoléon»

Otra cosa es que el filme se sintió moderno muchas veces. Bien sea por decisiones artísticas o porque en varias ocasiones el acento de Phoenix se sintió muy moderno.

Pero, entre las cosas que sí rescato es el vestuario de la mano de Janty Yates, lo cual es una de las joyas del film, junto con la actuación de Kirby. Para mí, lo mejor de la película.

Sin embargo, son dos horas y media que se disfrutan y entretienen. No es la mejor película de Scott, pero quizás si una de las mejores interpretaciones de Joaquín Phoenix. Por amor a la historia, hay que verla.

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