Annabelle
Hace unos años, luego de leer la grata noticia del estreno de la nueva versión de Halloween, el cual para mí, es el film de terror por excelencia, me invadieron unas ansias enormes (y bastante perturbadoras) de sentirme de nuevo como lo hice con la obra maestra de John Carpenter de 1978. Por alguna razón, sentía ganas de sentir miedo y es que supongo que eso es lo que controla a los amantes del cine de terror, o, mejor dicho, a todos los amantes del cine: las ganas de sentir.
Y para mi sorpresa, Annabelle, el spin-off de la taquillera The Conjuring, logró ponerme los pelos de punta. La historia se basa en hechos reales: el famoso caso de la muñeca maldita que se encuentra actualmente recluida en el Museo del Ocultismo de los esposos Warren en Estados Unidos, quienes se han vuelto famosos gracias a su participación en la investigación de conocidos casos paranormales como el de Amityville y por supuesto, el de Annabelle.
La cinta trata de dos esposos que esperan un hijo. Siendo la chica amante de las muñecas de colección, su esposo le obsequia una nueva y tras un incidente violento, la muñeca es poseída por un ente demoniaco. La historia se desarrolla en medio de un contexto peligroso, ya que son los años 60 en California, cuando Charles Manson lideraba la secta “La Familia”, responsable de varios asesinatos a sangre fría, incluyendo el más polémico y famoso de todos: el asesinato de la actriz Sharon Tate, lo que me lleva a pensar que tiene absoluto sentido la semejanza con la película de Roman Polanski, Rosemary’s baby, quien es el viudo de Sharon Tate, asesinada en el 69.
Además de reconocer el innegable parecido con el film de Polanski, también parece rendirle tributo a otras películas de terror como The Exorcist, y me atrevo a decir que, a El día de la Bestia, del español Alex de la Iglesia, con la cual encuentro un parecido indiscutible. Lo positivo es que pienso que se transmite a manera de tributo, no como imitación. Siento que el director John R. Leonetti, no busca imitar, sino colocar en medio de su obra elementos grandiosos de otros filmes para resaltar la belleza del cine de terror: los colores de Polanski y el famoso coche del film, la iluminación protagónica en ciertas escenas al mejor estilo de Friedkin en The Exorcist y la criatura demoniaca que me hace pensar en la Bestia de la Iglesia (¡vaya juego de palabras!).
Lo único negativo que tengo que decir sobre el film, lo cual no termino todavía de decidir si es negativo o positivo, es sobre su actriz principal, Annabelle Wallis, a la cual considero convincente a ratos y en otros tantos, todo lo contrario. En ciertas escenas, la veo y sé que es una actriz, sé que detrás hay un director diciéndole cómo debe sentirse y guiando sus emociones, en otros momentos me parece que su manera de actuar le otorga un suspenso aún más aterrador al film, un sentido de urgencia más presente, y en otras ocasiones se ve completamente desplazada por la increíble puesta en escena. Es como si no se necesitara de ella para que la escena sea un éxito. Si había algo más desconcertante que la muñeca, era su actuación.
Y permitiéndome ir un poco mas allá, creo que la elección de la muñeca es debatible. La muñeca real es una “Raggedy Ann”, una muñeca de trapo con cabello de hilos rojos y nariz triangular, la cual me parecería mucho mas espeluznante que la utilizada en el film -esto es solo un pensamiento en voz alta-.
Pero lo cierto es que, Annabelle, es una película que cumple su cometido adentrándonos a un suspenso real durante toda la proyección, la cual seguramente, me aturdirá el sueño por más de una noche… con “Raggedy Ann” o sin ella.