Fotograma obtenido de la película «The house that Jack built»

Los hombres son siempre los culpables y las mujeres siempre las víctimas, pinta von Trier en lo que puede interpretarse como un mensaje misógino o como el simple slogan del sádico protagonista. El hecho de saberse hombre abre puertas a un universo de posibilidades escalofriantes donde se ven en juego el bien y el mal, quizás el cielo y el infierno, a veces la conciencia y a veces la falta de ella, y basado en esto, nuestra capacidad de tomar decisiones, y Jack…Jack decide construir una casa.

El danés Lars von Trier nos seduce de nuevo con su más reciente obra presentada en el Festival de Cannes de 2018 (luego de seis largos años de ausencia): The house that Jack built, donde Matt Dillon interpreta a un hombre que “cede a la presión de matar” y se convierte en un asesino en serie mientras intenta construir la casa de sus sueños.

Jack, un ingeniero con voluntad de arquitecto y aires de artista, busca convertir sus crímenes en una obra de arte mientras -lo que atribuyo como su conciencia- Verge, lo juzga y lo aplaude al mismo tiempo mientras éste comete sus crímenes. Verge, interpretado a la luz y a la sombra por el perfecto Bruno Ganz, se mantiene pasivo como voz en off durante el transcurso de la película, manteniendo conversaciones con nuestro protagonista que sufre de TOC (trastorno obsesivo-compulsivo).

Fotograma obtenido de la película «The house that Jack built»

La estructura del film es exquisita, presentándonos cinco incidentes en la vida de Jack, los cuales enmarcan sus asesinatos más crueles, llenos de referencias filosóficas, religiosas y estéticas, lo que pinta un cuadro salvaje bajo las líneas directrices de un apasionado y definitivamente perturbado genio.

Sin embargo, me parece que el personaje por si sólo se pierde entre escena y escena, es demasiado abstracto, no le encuentro una construcción bien fundamentada, pero quizás es algo que von Trier quiso hacer. Con lo narcisista que es este director puede que simplemente esté hablando de él durante las dos horas y medias del film, y revelando de manera desordenada partes de su personalidad, como ocurre en muchas de sus películas. Con este personaje me resulta muy evidente la falta de cohesión, pero la realidad es que la naturaleza del personaje es de por sí compleja, después de todo es un asesino en serie, y después de todo es von Trier, para quien las explicaciones se quedan cortas.

Tan polémica como su director, The house that Jack built ha reunido críticas mixtas, siendo algunas de ellas bastante duras, demasiado duras a mi parecer. Von Trier es de esos directores que no necesitan justificación, su genialidad los convierte en artistas muchas veces incomprendidos, pero lo cierto es que necesitamos artistas así, sobre todo en una época donde aún el sexo, la violencia y la religión son temas hipócritamente delicados…von Trier hace de esta película un escape violento y asqueroso que logra convertir en arte, tal y como intenta hacer su protagonista con sus crímenes.

Fotograma obtenido de la película «The house that Jack built»

Durante el Festival de Cannes, del cual fue vetado durante años por comentarios simpatizantes con Hitler, en su regreso en el 2018 fue ovacionado. La crítica sabe que necesitamos autores como él, porque su intelecto y creatividad son necesarios para que el cine siga reinventándose, no podemos conformarnos con grandes producciones faltas de ingenio y de originalidad; von Trier siempre lo ha sabido y ha intentado luchar contra ello desde sus inicios, (véase el Dogma 95) y con muchísima razón.

A pesar de permitirme encontrarle fallas a esta cinta, es una película que te absorbe profundadamente sin dejarte del todo inconsciente, te deja adormecido e hipnotizado a ratos, pero muy al tanto de que se trata de un director que puede hacer con la historia, con la forma y con el personaje lo que quiera, estemos de acuerdo o no.