Annie Hall

Annie Hall - Neon Films

Fotograma obtenido de la película «Annie Hall»

Todos hemos sido alguna vez Alvy Singer y Annie Hall. A veces somos más uno que otro, con características más presentes de Alvy y quizás algunas cosas más en común con Annie, pero lo cierto es que creo que nadie se escapa a la hora de identificarse (a una escala u otra) con estos personajes representados por Woody Allen y Diane Keaton, quienes para mí, representan uno de los mejores dúos del cine, llevándose ella el Oscar por Mejor Actriz y él por Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Película por la hermosa Annie Hall.

En tiempo presente, al ver la película, la analepsis no se da únicamente en la narrativa de la cinta sino en la propia historia que se esconde tras la comedia, cuando sabemos que esa complicidad tan natural de los artistas no es una coincidencia sino una consecuencia de la relación que mantuvieron por muchos años, la cual dio frutos artísticos de gran valor como El dormilón (1973) y Manhattan (1979)

Annie Hall es una obra de arte desde el punto de vista técnico hasta el emocional. La manera en que Woody nos lleva de la mano por cada escena, explicándonos cada situación y sentimiento con una técnica cinematográfica distinta, como el Split Screen o el uso de subtítulos para dar a conocer sus pensamientos, pasando por la simpleza con la que acaricia a Keaton que hace estremecer.

Annie Hall - Neon Films

Fotograma obtenido de la película «Annie Hall»

Ver esta película me causa nostalgia, no sólo porque me duele el corazón al recordar la genialidad perdida de Woody Allen, sino porque me hace pensar en lo pequeños que somos como seres humanos y  en lo reducida de nuestra existencia, que por no darnos cuenta de ello, malgastamos la vida en discusiones y en rupturas amorosas para luego arrepentirnos, y perder el tiempo también en ese arrepentimiento, que no lleva a nada más que al final de todo comienzo, ya que no puede ser de otra manera. El problema es que pasamos la vida en el inicio y fin, sin valorar lo que se encuentra en ese tiempo intermedio que parece quedar luego en el limbo. Creo que es esto una de las reflexiones que exquisitamente nos ofrece Woody en esta cinta.

El director pone en evidencia y nos coloca frente a los ojos la fragilidad del hombre en su faceta sentimental, bajo la forma del cliché más ridículo, de chistes sin gracia, de frases de Freud y de acciones contrariadas. Inteligentes reflexiones acerca del amor, del sexo, la religión y la infancia que nos dicen desesperadamente que existen cosas demasiado mediocres en esta vida como para que el amor sea una de ellas.

Una joya cinematográfica que nos regala este director trastornado en su época dorada, convirtiendo el género de la comedia inteligente en su estilo de vida, ofreciéndonos la oportunidad de sumergirnos en sus historias autobiográficas al mismo tiempo que anhelamos ser Annie Hall en corbata.

 

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