Scream (2022)
Ghostface, el rostro por excelencia del terror vuelve al acecho bajo las alas de su historia original.
Como ya hemos visto en repetidas ocasiones recientemente en el cine, volver a los orígenes se ha puesto de moda. Debo admitir que cada vez que ocurre me llena de emoción porque soy una nostálgica empedernida, así que cuando veo de nuevo aquellos elementos que me hicieron vibrar hace tantos años, no puedo sino sentirme agradecida. Pero, una cosa es plasmarlo de manera inteligente en la pantalla, de volver a dicha raíz con cierta coherencia y razón, no solo llenarnos de nostalgia en un sinsentido únicamente por seguir la corriente.
A pesar de que esta nueva entrega de Scream no es mi favorita, debo admitir que el enfoque sarcástico para burlar esta nueva tendencia del cine, me encantó. Vuelven a las bases de manera sagaz, con esa mezcla de humor y terror que siempre ha caracterizado a esta saga, presentándonos de nuevo todo lo que amamos de las primeras películas, con actuaciones a veces débiles pero con diálogos muy inteligentes.
La película se basa en las opiniones que se tienen sobre el cine de terror, sobre la construcción del mismo, en la manera en la que el mal es representado y sobre las tantas secuelas que casi siempre vienen en el contrato de una película de terror. Las opiniones de “fanáticos reales” conllevan a una serie de acciones ya antes vistas en esta historia y por ende, le da paso a un nuevo asesino que se esconderá bajo la famosa máscara de Ghostface con el objetivo de escribir su propio final.
Si Mike Myers y Jamie Lee Curtis volvieron a encontrarse, ¿por qué no Ghostface y Sidney Prescott?
La película abre con esa famosa llamada donde el extraño en la otra línea fuerza a la chica sola en casa a jugar una adivinanza de películas. La película en cuestión es por supuesto, la Scream original (1992). Y esto se nos presenta como abreboca al hilo conductor de esta película que como excusa expone el volver a los orígenes, pero que en realidad, es llevada por el conocimiento que se tiene actualmente del cine de terror. Considero que el mejor elemento de esta entrega reside en esto. Hace 40 años, cuando Halloween nos presenta el cine slasher, la estructura ni el ritmo de estas películas estaban definidos, incluso los actores que actuaban en ellas era desconocidos y el presupuesto para su realización siempre era bajo.
Scream de 1992 vino a romper ese molde y a elevar de cierto modo el cine slasher, contratando a artistas ya posicionados en el medio, incluso, asesinando en su primera escena a una ya conocida Drew Barrymore, lo cual le dio un nuevo giro al terror, dando a entender que nadie está a salvo en esta historia. Lo que diferencia de una manera refrescante a esta nueva cinta, es dicho conocimiento y apropiación de este género por parte de los fanáticos dentro de la película y de los fanáticos espectadores de la misma.
La saga de Scream supo hacer, a mi parecer, lo que la franquicia de Halloween no consiguió: la continuidad inteligente de una historia inicial que rompió con todo lo establecido dentro del mundo del terror. Y la comparo con Halloween porque la cinta de John Carpenter es la base de todo y una inspiración frontal y evidente que le sirvió a Wes Craven para crear su propia historia, con la diferencia de esa continuidad inteligente que menciono.
A pesar considerar Halloween mi película de terror favorita, no puedo ocultar la admiración que siento por la saga de Scream, cómo lograron llevarla de una manera respetuosa al género, otorgándole elementos de la actualidad, pero dejando la base y la esencia de sus personajes intactas.
Al parecer una sexta entrega de Scream está sobre la mesa…¿Por qué no? Después de todo, ellos siempre vuelven.