The Devil All The Time
The Devil All the Time es la nueva película de Antonio Campos, la cual ha sido estrenada en Netflix hace pocos días y se basa en el libro del mismo nombre de Donald Ray Pollock, quien narra la cinta en voice en off. Un joven elenco que supera todas y cada una de mis expectativas, con Tom Holland al mando, junto a Robert Pattinson por quien mi recién encontrado respeto no hace sino crecer y crecer. La película nos lleva por un viaje de relatos que se entrelazan con el correr de los minutos, con personajes muy interesantes, pero vagamente construidos.
The Devil All the Time, es lo que sucede cuando Dios no está, cuando su ausencia le gana a la voluntad de creer, cuando la fe ciega de sus seguidores desaparece y todo debe ser visto desde la soledad más tenebrosa.
Pero los personajes del filme no son los que sienten la ausencia y viven en soledad, somos los espectadores quienes nos damos cuenda de que no hay un Dios, así que el Diablo está desatado. Nos damos cuenta que a pesar de que algunos personajes mantienen su fe intacta, Dios no está, y el Diablo, vestido de hombre, o los hombres como extensión del Diablo, son quienes toman la justicia en sus manos, son quienes abusan de su poder para satisfacer sus más oscuros placeres, y son los que justifican sus acciones más violentas con la búsqueda errada de un Dios que responda.
El fanatismo religioso es la pieza central de esta historia, adentrándonos a un mundo negro, hipócrita y cruel, es decir, lo mismo que ocurre cuando los créditos de la película aparecen y cambiamos al canal de noticias.
Desde un hombre que ha sobrevivido a la Guerra del Pacífico (Bill Skarsgård) y luego conoce una chica, se casan y tienen un hijo (Tom Holland), pasando por un ministro (Harry Melling) que enloquece tratando de escuchar a Dios, por un reverendo (Robert Pattinson) que se aprovecha de su poder para abusar de jovencitas enamoradas del Señor y una pareja de asesinos seriales (Jason Clarke and Riley Keough) con una trayectoria aterradora.
Un coctel interesante pero vagamente preparado. Así como se coloca en evidencia la ausencia de Dios, existe una clara ausencia en la construcción de todos los personajes, con una leve excepción en el personaje de Tom Holland quien sirve para unir los caminos del resto. Se nos coloca frente a interesantes personalidades, pero no las conocemos realmente, se nos pinta rápidamente de qué están hechos para justificar sus acciones, pero, sin embargo, sus motivos quedan flotando en el aire. Es decir, hay indicios de todo, pero profundidad en ninguno, y a pesar de que esta falta de sustancia sorprendentemente no le resta interés a la cinta mientras corre, al final, cuando tratas de analizar todo, existen muchos huecos que no fueron llenados con nada.
Sin embargo, es una historia bien construida, coherente y fascinante, donde suceden demasiadas cosas y así como sus personajes, no se profundiza realmente en ninguna; puede que el director haya simplemente deseado plasmar como un panfleto, lo que ocurre cuando la religión llega a extremos peligrosos, colocando en evidencia todo tipo de fervor creyente y las debilidades de cada uno de ellos. Quizás, busca justificar con violencia el hecho de no encontrar respuestas divinas, quizás porque no existen o porque los personajes no son dignos de ellas.
Casi dos y horas y media de sangre, frivolidad y crueldad, de sermones religiosos y lamentos, Campos, nos revuelve nuestras propias creencias y actos en consecuencia, para reflexionar sobre nuestra posición frente a Dios y por supuesto, frente al Diablo.
En un mundo sin Dios todo es caos, pero un mundo con Dios también, entonces, ¿qué quieres decir esto?.
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