Halloween (2018)
Cuarenta años de espera son suficientes para los amantes del film Halloween (1978) dirigido por John Carpenter, y unos cuantos años menos para quienes descubrimos dicho placer un poco más tarde; el placer de encontrarse frente a una obra digna de su reconocimiento, una obra pionera en su género, la cual empezó como película independiente para luego convertirse en una franquicia. Cuarenta años para volver a ver a quien considero, el asesino serial más perturbador del cine: Michael Myers.
Y escribo esto aterrada, con la piel erizada y el corazón acelerado tras ver al original Myers, pero no lo siento por las razones correctas…me siento aterrada al ver en lo que termina un personaje mítico como lo es este asesino en serie, precursor del cine slasher.
A pesar de aparecer en diferentes películas de la saga, es realmente en la primera en la cual se corona como uno de los entes más aterradores dentro del cine, es por ello que hablo de verlo por primera vez luego de cuarenta años, porque si a Carpenter y a Debra Hill (también creadora del personaje) no les importó obviar completamente el resto de las obras donde aparece su creación, entonces a mí mucho menos. Esta nueva entrega es la secuela directa de la primera, nada tienen que ver las otras diez películas.
En la noche de Halloween de 1963, un niño de 6 años apuñala a su hermana mayor y es internado en una clínica psiquiátrica, de la cual logra escapar 15 años después para atacar de nuevo el 31 de octubre, asesinando a varios jóvenes del pueblo. Laurie Strode, interpretada por la scream queen por excelencia, Jamie Lee Curtis, es la única que sobrevive entre sus amigos, convirtiéndose para Myers en una “cuenta pendiente” y es allí donde el término “final girl” nace en el cine.
En esta secuela, Myers logra escapar de nuevo y regresa cuatro décadas más tarde, la misma noche de Halloween, con el objetivo de matar a Strode, pero ésta también lo espera, dejando atrás su papel de víctima. Laurie se prepara durante años cual soldado para esa batalla final y acabar de una vez por todas, con el aparentemente indestructible asesino en serie.
Un increíble plot para los que la esperamos con ansias, pero una decepción aún más grande cuando los créditos empezaron a rodar. Cargada con el humor actual norteamericano, el cual considero totalmente innecesario y casi siempre fuera de contexto, este film no le hace justicia a la obra de arte de 1978. Con Myers igual de aterrador y Strode guerrera y exquisita como siempre, pero dentro de una producción demasiado moderna, demasiado Hollywoodense -en el peor sentido del término-, que a pesar de que su director, David Gordon Green, intenta guardar un poco de aquella chispa de los 70, el lado intelectual de la primera película desvanece, respetando sin embargo, las bases de la historia, pero se vuelve menos y menos interesante a medida que el guion va perdiendo fuerza.
La sentí forzada y cliché, y si bien es cierto que gracias a la primera película es que conocemos el “protocolo” del terror, esperaba un poco de ingenio y sorpresa en esos 109 minutos. Pero una de las peores cosas considero que es la elección del reparto, ya que, teniendo el presupuesto para conseguir mejores actores, eligieron a personas que simplemente a mi parecer, no dan la talla.
No puedo decir que todo fue malo, algunos elementos de dirección e iluminación ochenteros me simpatizaron, así como volver a escuchar esa melodía espeluznante de Carpenter y claro está, ver de nuevo esos rostros familiares que hicieron de la primera película, la mejor de terror para mí.
Pero lo cierto es, que la decepción ha ganado. Un Halloween mucho menos aterrador a lo esperado, la sombra de lo que una vez fue arte y un personaje que merecía mucho más respeto.
Más que una secuela, se puede tratar como un homenaje (para que no duela tanto) y si finalmente Myers llega a morir, entonces por favor, déjenlo descansar en paz.