Espejos
Lejos de los temas centrales de muchas de las películas venezolanas, como lo son la violencia y las diferencias entre clases sociales, llegó a los cines en el 2014 una película que rompería con todo, Espejos, del actor y director César Manzano y producida por Nuevos Vientos Films.
Ya Venezuela nos había dado un abreboca de la evolución temática de este cine con Azul y no tan Rosa de Miguel Ferrari en el 2012, y junto a Espejos, se marca una nueva etapa del cine venezolano, donde además de ver producciones de una calidad visual impresionante, el quiebre de temáticas anteriormente establecidas le da un aire fresco a este cine y a esta sociedad que necesitaba verse representada en otro tipo de personajes, que no siempre se muestran, pero que sin duda existen.
La bella Caracas en casi siempre la ciudad protagonista de las historias venezolanas, mostrándose real y caótica, nostálgica para algunos y atemorizante para otros. Es esta ciudad que hace de espejo para sus personajes, en ella se ven reflejados seis personas aparentemente distintas, pero que guardan en común más de lo que desearían. Los personajes son interpretados por Clarissa Sánchez, César Manzano, Luis Fernández, Carlos Camacho, Claudia La Gatta e Isabella Santodomingo.
Muy al estilo de Amores Perros (Alejandro González Iñárritu, 2000) en cuanto a la estructura narrativa, lo que nos pone en cara César Manzano es la pregunta que todos nos hacemos: ¿qué hay detrás de nuestro reflejo en el espejo? Cuando todos luchamos por vernos lo más socialmente aceptado posibles, maquillamos un lado de nuestra cara para encajar en una sociedad llena de prejuicios y tabúes donde la doble moral es el accesorio por excelencia.
Es una película fuerte en su narrativa y en el hecho de que rompe con todo lo familiar visto en el cine venezolano, pero creo que la fortaleza del film radica en lo inesperado. No es el caso de una película de suspenso donde desde un principio tienes el corazón en la boca, sino que de pronto, con una escena extremadamente perturbadora, rompen con todo lo que tenías pensado de la película, con la historia que te pudiste haber hecho en tu cabeza, con todo lo que parecías haber entendido. La cinta da un vuelco y se convierte en agresiva e intimidante.
Puedo interpretar que la película pone en evidencia que todos somos la misma mierda: políticos, mujeres de fe, homosexuales, empresarios, pobres, ricos, todos somos lo mismo y por ello, somos espejos de las acciones de otros, que reflejan a su vez, las mismas pulsaciones que comparten con nosotros. Reflejan a un ser humano con características físicas distintas, pero que, por dentro, estamos hechos de lo mismo. Somos espejos de los demás. Todos somos espejos de todos. Nos aterra vernos reflejados, por eso, y por otras caracterísicas que nos definen, somos hipócritas.
Y de repente, aparece una activista política que lucha por conocer lo que sucedió con la muerte de sus padres y pone en balance todo lo negativo, como un pequeño soplo de esperanza, como para decir que no todos somos malos. Me parece que es una crítica social bastante provocadora (en el mejor sentido de la palabra) pero es más aún una crítica a la condición del ser humano en general. Lleno de defectos y pulsaciones animales que nos llevan a actuar de formas inconcebibles, liderados por nuestro egoísmo.
La unión en el grito desesperado en el que se funden tres actores al mismo tiempo da entender eso justamente, uno se ahoga en un placer escondido, otro en la violencia y el otro en el vicio. Y esos, son sus verdaderos rostros.
La película se encuentra actualmente abierta a todo público por un tiempo limitado en:
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Aprovecha para ver esta genial obra y como sugiere su productor, Héctor Palma, prepárate el trago de tu preferencia para poder digerir lo que estás a punto ver.
No tienes ni idea.