The Infiltrator
No suelo interesarme demasiado en el tema que toda esta cinta, pero por lo que sí me intereso es en Colombia y cómo pensar en este país sin pensar en lo que lamentablemente lo ha puesto en el mapa: las drogas, Pablo Escobar y su cartel.
Basado en una historia real, el filme es una adaptación del libro de Robert Mazur, el verdadero infiltrado en el cartel de Medellín. Una película perfecta para recordarte lo entretenido de ir al cine, comer palomitas de maíz mientras los actores hacen su trabajo. Tiene todo lo que un filme que busca simplemente entretener y divertir debe tener: acción, drogas, mujeres hermosas y…¿Walter White? A pesar de no haber visto completa la serie Breaking Bad no pude despegar ni por un segundo al genial Heisenberg de su intérprete Bryan Cranston en su rol de Robert Mazur, lo cual no es para nada un punto negativo en este caso y bastante irónico, dado que su papel en la serie está igualmente ligado a las drogas.
Qué problema el de ver a Walter White cada vez que vemos Cranston…pero está más que perdonado, no sólo por tratarse de uno de los mejores personajes en la historia de la televisión sino porque Cranston lo porta tan alto y nos proporciona tanto placer que no importa que lo veamos una y mil veces.
La película me hizo pasar un buen momento, por lo que quisiera otorgarle más crédito a su director pero no puedo. Esos planos excesivamente cercanos y los movimientos de cámara hicieron que me perdiera en sensaciones negativas por ratos y Diane Kruger con su belleza asfixiante hace un papel, si me permito, bastante olvidable a pesar de que su personaje es sumamente importante para la historia.
Las actuaciones de Bryan Cranston, John Leguizamo y por supuesto Benjamin Bratt son sólidas, pero esto era de esperarse. Lo que sí me pareció genial fue la personificación del estereotipo del Colombiano y la manera en que los actores supieron darle vida, siendo algunos de ellos españoles y cubanos: acentos perfectos y gestos que no daban lugar a dudas que estos no proviniesen del país sudamericano.
Es una película de fácil identificación justamente por tratarse de un tema de interés internacional. Es una apuesta segura y la perspectiva que se le da en este caso es mucho más interesante que sentarse a ver la serie Narcos. Además de que me parece casualmente acertado el momento en el que sale el filme ya que el país latino estaba en medio de las negociaciones del tratado de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que a pesar de no ser exactamente el mismo grupo que financió Escobar, es un eslabón más dentro de esta cadena de guerra y muerte en la que Colombia se ha visto inmersa desde hace más de 50 años.
Un filme que puede dejarte totalmente indiferente pero entretenido, sin sentir que has perdido horas de tu vida viendo otra historia de drogas en Colombia. Sus interpretaciones me causaron el mismo efecto que las películas de mafia italiana: quería ser parte de aquello. Quería estar en el equipo de los buenos, pero al mismo tiempo fantaseaba con hablar con ese acento colombiano, vivir en aquellas mansiones y tener todo lo que Robert Mazur.
Así que si lo que buscan es divertirse un rato, esta es la mezcla perfecta para pasar un buen momento sin necesidad de adentrarse en un mundo paralelo, ni se requiere de una concentración máxima para comprender la película: tan sencilla como dos más dos, diálogos a ratos graciosos, buena carga socio-cultural, música decente, Walter White y Colombia.