Café Society
10am. Me levanto pensando en que veré la nueva película de Woody Allen «Café Society», pero vuelvo a mi pensamiento cuando siento que no quiero que mi día empiece mal y es allí cuando comienza el dilema. Verla o no verla. Su efecto definiría mi estado de ánimo durante el resto de la mañana. Pese a las recientes experiencias con Woody y la manera en la que han impactado mi humor, decidí ir. Iba caminando hacia el cine como si fuera a una cita a ciegas. Sin saber qué esperar y preparándome psicológicamente para salir corriendo si era necesario.
Llegué y las ansias carcomían mi estómago. Woody Allen es uno de mis directores favoritos pero me ha decepcionado tanto que siento que mi relación amorosa con su trabajo se ha deteriorado significativamente.
Entonces, la película empieza…
Una historia de amor. Nueva York. Hollywood. Los años 30. “Cliché, cliché, cliché” fue lo primero que pasó por mi cabeza. Respiré profundo y traté de poner mi mente en blanco y no emitir ningún juicio. Muy pronto me encontré admirando la fotografía. “Normal”, pensé. Siempre ha sido uno de los fuertes en sus películas, así que simplemente admiré en silencio y me dejé llevar momentáneamente por la armonía entre los colores del vestuario, de la decoración y del cielo. Cómo la tonalidad de dichos colores encajaba hermosamente, conjugándose a la perfección para obtener un mayor dramatismo y para desembocar en un color sepia que se traduce en melancolía.
Algo ingenioso (como recientemente no había visto en él), pero una vez más ligado al maravilloso trabajo fotográfico que caracteriza a sus films. Me dejé llevar, cuando de pronto aparece lo que más temía: Kristen Stewart.
Desde que supe que sería la protagonista de la próxima película de Woody Allen me decepcioné tanto como cuando vi que seguía incluyendo a Scarlett Johansson en sus producciones. Kristen Stewart, ¿la de Crepúsculo? ¿La de incómoda y desaliñada presencia? Así que cuando salió en su primera escena, cerré los ojos y respiré profundo. Treinta segundos en la pantalla y ya me molestaba. “¿Cómo sobreviviré a toda la película sabiendo que ella saldrá constantemente? Es doloroso”, pensé. Pero continué y continué y continué. Y para mi sorpresa, la incomodidad característica de Kristen Stewart resultó muy acertada para este papel. Dicha incomodidad la llevó con el paso de los minutos a una evolución como no la había hecho quizás en ninguna otra de sus películas. Se convirtió en una mujer segura de sí misma de la mano de Steve Carrell, el que me pareció en ocasiones adecuado y otras veces pésimo para el papel.
En medio de todo, me encontré absolutamente conmovida con la historia, desarrollada de una manera muy inteligente, con un guión muy ingenioso que trata los temas predilectos de Woody: el amor, la muerte y la religión. Y finalmente apareció de nuevo el fantástico humor negro que caracteriza a este director trastornado. Y con él, floreció en mi rostro una sonrisa de enamorada. Enamorada de nuevo de Woody, enamorada de su fotografía, de la historia y para mi sorpresa…de Jesse Eisenberg. Siempre lo he considerado un buen actor, algo incómodo también pero muy bueno y en esta película logró enamorarme con esos ojos que expresaban toda la ternura que podía sentir, todo el amor y el desamor, todo el miedo y la felicidad. Plasmó todos los sentimientos de una manera exquisita, que sólo me daban ganas de saltar a la pantalla y abrazarlo.
Una historia simple, sacada fácilmente de la vida real, pero magníficamente relatada. Finalmente Woody Allen vuelve a centrarse en sus personajes y los deja hacer la historia, sin preocuparse demasiado por la banda sonora (que es muy hermosa de igual manera) y en sus paisajes. Los personajes son los protagonistas, no la ciudad y no la música. Son elementos que forman una parte fundamental de la historia, pero no son la historia y hacía mucho tiempo que no veíamos eso en Woody.
Los planos que escogió para filmar algunas de sus escenas hicieron del momento uno perfecto. Cada una de sus decisiones como director fueron acertadas desde mi punto de vista e hizo que este Woody, aunque no es el mismo de «Manhattan», ni de «Annie Hall», sea por lo menos Woody de nuevo. Puso nuevamente su huella en sus filmes, no como los últimos donde no se veía representado en ninguna parte.
Sólo puedo decir algo que no decía en mucho tiempo: ¡Bravo, Woody! Una película hermosamente realizada que ha enmendado nuestra relación. No puedo todavía perdonarte por completo (algunos filmes han sido un verdadero desastre), pero estás volviendo a ganarte mi corazón y estoy segura de que también el corazón de otros fieles seguidores.